El insalubre fetiche de los condones usados

La compra de condones usados se ha convertido en el último, e inesperado, fetiche. Vicent Tremayne ha publicado un artículo en el que explica como esta práctica ha pasado a ser algo común entre miles de internautas, que recurren a Internet para intercambiar o comprar los preservativos de segunda mano.

Obtener placer al mirar a fotografías o vídeos en los que gente ingiere o se masturba usando condones usados ha llevado a muchas personas a ir de ‘condom hunt’ (la caza del condón), como dice Tremayne. Éstos cogerían los preservativos en áreas públicas donde la gente practica sexo, como párkings o bosques. Aunque con un porcentaje de riesgo bajo, esta práctica puede acabar con el contagio de enfermedades de transmisión sexual.

En un estudio realizado en 50 baños públicos en 1999 se encontraron virus relativamente inocuos como el Ureaplasma urealyticum y la Mycoplasma hominis (los cuales se cree que pueden estar presentes en la mayoría de las personas sexualmente activas, sin representar un riesgo para la salud), pero también la indeseable Chlamydia trachomatis.

Tremayne cuenta incluso la historia de un marinero aquejado por una fuerte infección genital. Al principio era un misterio: dos meses en el mar, sin contacto sexual, y de pronto una infección. El marinero confesó con cierta vergüenza que había entrado a la habitación de otro miembro de la tripulación donde encontró una muñeca inflable, a la cual penetró. El diagnóstico fue gonorrea.

Otros experimentos han demostrado que el VIH puede sobrevivir hasta tres días en una habitación a temperatura ambiente. Con todo, el fetiche profiláctico parece estar ganando adeptos, sobre todo (y por obvias razones) entre hombres gay. Habría que recordar que cuando el placer se une al peligro, el resultado puede ser increíble si se tiene suerte; pero tal vez existan riesgos derivados del placer que habría que pensarse un par de veces antes de tomar (literalmente). Sería muy irónico contraer una ETS a causa de aquello que debería protegernos de ellas. 

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